XXII- A SANCHO PANZA

XXII- A Sancho Panza

Siervo de tierra y azada
con marca en la piel de recuerdo
y tu ínsula siempre quebrada
por la pobreza que pace en tus huesos.

¿Quién eres tú, sino el cuerdo?
que hambre busca, sea pasada,
en una tierra donde a Don Quijote,
burla hacen nobleza y parias.

Sobre Castilla, y a garrote,
en tus costillas el sueño clama
por un futuro donde sin barrote
gobierne vuestra merced Barataria,
y sea por una vez,
ley y no esclava tu alma
que no tiene sangre azul,
y si grito en la garganta.

Y hagan silencio risas de pueblo y nobles
conque tus sueños sean de plata
y viajen con Rucio de roble
a lomos de sus albardas,
sin olvidar querido Sancho,
el sudor sobre tu espalda,
que quien olvida no es más que fuego
y nunca será monarca,
de una tierra que aún en cueros
tiene su orgullo por llaga.
Y bien harás, hijo de Lepanto,
en ser sudor y nunca espada
contra la misma pobreza, que ahora,
contra tu sueño es estaca,
pues no olvides querido Sancho
que es el hambre la que habla
y que el pueblo que ahora ríe
tiñe traición con navaja,
y no perdona a quien olvide
que esto no es ínsula sino España.

Haz que la sombra de Don Quijote
camine siempre erguida sobre La Mancha
sólo así será tierra noble
tu anhelada Barataria.

Camino eres, querido Panza,
escudero de justicias que vuelan
sobre sombras y estrías de anclas,
no olvides que tus ungüentos
no son Fierabrás sino refranes,
y se hacen a ellos holgazanes
los oídos de los que pagan,
y en su hacienda hoy son panes
los verbos que les alaban.

No olvides cual fue tu duelo,
ni quién dio sentido a tu alma
que aunque te arrastrase por el suelo
hoy da nombre a tu morada,
a ti, fiel escudero,
mi querido Sancho Panza.

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