Hipercapitalismo y deconstrucción social. Parte I

Difunde cultura

Sobrevivir en la era de la ultra competitividad.

Hace unos doscientos años, aproximadamente, las principales figuras del pensamiento económico moderno establecían y desarrollaban teorías que poco a poco fueron llevándose a la práctica dando como resultado la economía global aplicada a las sociedades actuales en las que vivimos.

Hablo de los ilustres pensadores Adam Smith (1723-1790), Karl Marx (1818-1883), John Keynes (1883-1946) Alexander Rüstow (1885-1963) y Milton Friedman (1912-2006), sin duda padres de las políticas económicas modernas. Sus ideas y pensamientos se han llevado a la práctica con éxitos y fracasos a lo largo y ancho del planeta, sin embargo me pregunto ¿hemos sobrepasado una linea invisible que separa lo posible de lo incierto siendo en este punto donde comienza el camino hacia lo desconocido?.

La verdad es que llevo algún tiempo queriendo definir este fenómeno de lo económicamente ilimitado (deuda), el descontrol económico-financiero de los sistemas (paraisos fiscales), de la acción mediática ultra invasiva del márketing, del establecimiento de regulaciones ambiguas, la ausencia de límites al beneficio empresarial desproporcionado. A todo este conjunto de prácticas habituales finalmente lo he denominado con el término de  hipercapitalismo.

En mi opinión despojar de cualquier tipo de ética y fin en si mismo al capitalismo hace que surja de ello el hipercapitalismo, caracterizado principalmente por la falta de oportunidades individuales.

Y es que tengo una mayor sensación conforme pasa el tiempo, subjetiva, por supuesto, aunque bien respaldada por el record de deuda pública actual, de la deriva en la que estamos inmersos estas últimas décadas siendo además esto un hecho global no exclusivo de nuestro pais. Se ha visto, y se constata día a día, como la corrupción generalizada de todo el estamento perteneciente a la clase noble de la sociedad, “La casta política”, ha ido extendiendo su cancer a toda la sociedad entre silenciosas y veladas complicidades. Esta metástasis social que va desde las más altas esferas hasta lo mas bajo donde el trabajador consigue su puesto de trabajo a cambio de votar a determinado partido o institución/organismo/federación, etc… ha terminado convirtiéndose en una realidad y práctica habitual, por desgracia, en determinados sectores, y mas comunmente entre los entornos mas desfavorecidos.

Como decía Karl Marx, los sistemas capitalistas son inestables por naturaleza, así como John Keynes también era de una opinión muy similar al decir que las políticas económicas activas llevaban a desequilibrios en la economía, sin embargo, ambos pensadores y teóricos buscaban encontrar un punto de equilibrio y bienestar social, puesto que eran conocedores que sin ello toda sociedad estaba (y está) condenada a la “pobreza y desdicha” como promulgaba Adam Smith, axioma con el que coincido.

Vamos a acercarnos un poco más a esta línea invisible imaginaria antes mencionada que separa lo posible de lo desconocido y que se instrumenta sobre la falta de control, lo expondré con un claro ejemplo visto en la “Ley de la hamburguesa” de EE.UU. (2004), donde se pedía la limitación en el tamaño de las mismas por una cuestión de salud pública, igualmente un par de años después el Ministerio de Sanidad en España (2006) instaba también a las cadenas norteamericanas que retirasen la publicidad de sus productos tamaño XXL. Las imágenes de abajo corresponden a campañas de publicidad vigentes actualmente, la conclusión es mas que obvia y evidente.

El anterior ejemplo puede despertar la risa e incluso un pensamiento de ingenuidad, pero el trasfondo es claro y no ofrece espacio para la duda, es pura teoría capitalista llevada a la práctica, vender más y más grande, cueste lo que cueste, no importa el tiempo que lleve conseguirlo, es en pro del nuevo dios del siglo XXI, el dinero. Probablemente siempre ha sido así a lo largo de la historia, no pequemos de ingénuos, pero la diferencia quizás estriba en la pérdida de cualquier tipo de ética, recordemos que varios de nuestros protagonistas además de ser economistas eran filósofos, lo cual deja bien claro el bagaje cultural y la amplitud de pensamiento de los mismos.

Estoy completamente de acuerdo y tengo la certeza que hemos incorporado el capitalismo como forma de vida y no meramente como teoría económica, tal y como constata el libro de ensayos “La sociedad del rendimiento” de Sebastian Friedrich et al. donde se expone muy claramente el concepto rendimiento y optimización aplicado a muchas de las facetas de nuestra vida, esto es, el capitalismo mas allá del ámbito económico, es la sociedad del rendimiento, en mi opinión directamente conectada con la sociedad de los ansiolíticos y su constante búsqueda del éxito y felicidad individual (ver artículo). Extraigo de su prólogo la siguiente cita:

“Se habla de que el entrenamiento deportivo mejora el rendimiento igual que se dice que una inversión ha tenido un buen rendimiento. En ambos casos, el esquema se mantiene: el sujeto pone algo de su parte (esfuerzo, capital) y saca de ello un provecho (mejores resultados deportivos, beneficios económicos). Aplicar este esquema a la sociedad en su conjunto implica poner luz sobre una infinidad de procesos en los que lo que prima es el provecho, el beneficio.”

Otro ejemplo también muy ilustrativo podemos encontrarlo actualmente, pero remontándonos casi unos cien años atrás, concretamente durante el crack del 29, donde por aquel entonces era una práctica común la compra de acciones abonando tan solo una parte del valor de la acción, lo cual está muy bien por que te permite comprar más por menos, pero, ¿y si la acción pierde valor? Ahí está la trampa, puesto que la deuda es por el valor completo del precio de la acción. Pensaréis que este tipo de operaciones financieras a estas alturas están mas que prohibidas, puesto que inversiones con un índice de riesgo tan alto no deberían estar al alcance de todo el mundo ¿no?. O al menos eso es lo que nos dice el más común de los sentidos. Aquí tenemos la información vigente de un banco español respecto a este tipo de inversiones a día de hoy.

Año 2023 y aún podemos seguir comprando acciones por una fracción de su valor, el 20%, tal y como indica la web oficial de la entidad bancaria (x5), ¿continuamos entonces igual que en aquel 1929, cabría pensar?. Y con la que ha llovido, todo permanece igual, es otra de las características inconfundibles del hipercapitalismo, la perseverancia infinita y la consecución de objetivos.

Cierto es que toda la fuerte regulación del sector bancario que se produjo tras el crack del 29 por Roosevelt con la ley Glass – Steagall de 1933 fue desmantelada poco a poco en la década de los 80 y 90 con los presidentes norteamericanos Reagan y Bush, llevándonos de nuevo, al desastre financiero global originado en EE.UU en el año 2007 debido a la venta de las hipotecas subprime alrededor de todo el mundo. Esto es, el uso de la deuda como instrumento y motor económico. Si bien el apalancamiento se ha utilizado ampliamente a lo largo del tiempo como herramienta financiera y no es novedosa, si lo fue el hecho de cruzar las fronteras transoceánicas junto con la manipulación de las clasificaciones de riesgo en los créditos concedidos, siendo muchos de ellos activos tóxicos sin posibilidad de recuperación de los mismos (deuda) dando lugar al desastre a un nivel globalizado nunca antes visto. Recordemos que Roosevelt obligó a diferenciar entre bancos de depósito y bancos de inversión para evitar una catástrofe similar a la del 29, pero como se comprueba una vez mas, la “astucia” humana y la codicia sin límites siempre encuentran el camino para bordear la legalidad, otra característica mas del hipercapitalismo, la ineficacia de las leyes.

¿Entonces, que conclusiones extraemos con este par de sencillos ejemplos a parte de la posibilidad de endeudarnos legalmente mas allá de lo viable económicamente y después irnos a celebrarlo con una hamburguesa doble o XXL?.

¿Ha cambiado en algo durante el transcurso de las décadas, las leyes, prohibiciones, limitaciones en materia de consumo, gasto o inversión?. En absoluto, todo sigue igual, es el hipercapitalismo globalizado en su máxima expresión, es la puesta en práctica y vuelta al capitalismo mas crudo, salvaje y desmedido que se haya podido conocer, me gustaría poder preguntarle al señor Adam Smith donde se encuentra la que él denominaba “mano invisible” que regulaba los mercados haciéndolos sostenibles y equilibrados (económicamente hablando). Quizás en un mundo donde todavía existía algo de ética y moral, pero no a día de hoy.

Por cierto, ayer vi en televisión que ciudadanos perceptores del Ingreso Mínimo Vital (IMV) concedido por el Estado español ahora tienen que devolverlo, y por supuesto, como son familias vulnerables o de escasos ingresos a muchas de ellas no les es posible, por lo que acaban de ser endeudadas por el propio Estado, ¿a esto como lo llamaríais vosotros, préstamo, estafa, tongo, timo de la estampita?. Lo dejo a vuestra propia elección.

¿Por lo tanto, a que cambios sociales nos ha conducido este hipercapitalismo globalizado desenfrenado y desmedido? No cabe la menor duda que a medida en la que los avances tecnológicos van incorporándose a nuestras vidas para hacerla mas fácil y la medicina nos ofrece tratamientos y/o medicamentos alargando nuestra esperanza de vida a razón de 1 por cada 12 años de investigación, habría que hacer una parada en el camino y preguntarse, ¿todo este cambio y modo de vida actual, me satisface, es saludable, contribuye a mi felicidad? A primera vista la respuesta debería ser afirmativa, pero las cifras sin embargo nos muestran datos desalentadores que nos hacen cuestionarnos sobre la existencia de  “ciertas” desavenencias en el sistema, quizás, reflejo de la “desdicha” que nos anunciaba Adam Smith hace muchos años atrás.

¿Como es entonces posible que estemos en cifras record en términos de suicidios siendo España un pais bendecido por su clima y la afabilidad de sus habitantes por todos conocida? ¿Será que “algo” está cambiando en el sistema y estas cifrás no son mas que la constatación de un hecho?. Este tema, y entrando de lleno en el aspecto social, lo abordaré de lleno en la segunda parte del presente artículo.

(Fuente: Confederación salud mental España)

Y es que actualmente todo, prácticamente todo, es concebido como una empresa, no hay otra opción, la unidad de medida económica es la empresa tal y como la unidad de medida de distancia puede ser un metro. Los equipos de futbol se han convertido en empresas de gestión de activos y derechos de imagen, los partidos políticos se han convertido en centros de adoctrinamiento bajo el mando de un aparato ideológico donde cada individuo le queda prohibido apartarse del pensamiento común predefinido, las empresas de gestión de contenidos audiovisuales, cada vez menos y mas grandes, ahora son corporaciones mediáticas al servicio de otros intereses, y como no, no podía faltar la iglesia, otra de esas grandes empresas de éxito, la cual es actualmente propietaria del 80% del patrimonio cultural español (no, no es público de propiedad estatal o autonómica), sumando éste aproximadamente unos 35.000 inmuebles inmatriculados a su nombre (tanto los que correspondían por ley como los que no) gracias a las leyes aprobadas durante el mandato de Aznar (1998).

También cabe mencionar las universidades, por supuesto, cada vez mas privadas, cada vez mas cercanas al modelo americano, endeudarse para conseguir un empleo, el zenit del hipercapitalismo, esto igualmente lo saben bien los pilotos de ciertas aerolíneas comerciales que tienen que abonar previamente una suma de dinero considerable para poder pilotar en ellas, a parte del coste de la propia licencia de piloto civil expedida por centros de formación también privados, por supuesto.

Haré referencia también, ya que estamos puestos en faena, a las empresas energéticas, de carácter privado y refugio para todos aquellos dignos de pasar a formar parte de sus filas, bien por favores legislativos, bien por intereses estratégico/comerciales, pero absolutamente en ningún caso con el propósito de utilidad (la energía) concebida ésta como un bien de carácter necesario, y por lo tanto de ámbito público. Es decir, no hay distinción entre necesidad y bien de consumo ordinario, todo se compra, todo se vende. Sin embargo, para los que opinen que estoy cayendo en lo idealista, fantasioso o tradicionalmente dicho, comunista, diré que siendo Diciembre del año 2022 actualmente Alemania está subvencionando el 100% del importe de la calefacción consumida por los hogares alemanes debido al incremento del inasumible precio del gas, lo cual hace que me pregunte si la línea invisible entre lo posible y lo incierto que comentaba al comienzo de este artículo no es sino otra cosa que la mera voluntad de los Estados, para reflexionar.

Quiero acabar esta primera parte del presente artículo diciendo que de lo público tan solo nos queda el último reducto, la sanidad, que poco a poco será privatizada parcial o totalmente siguiendo el modelo norteamericano de los padres del hipercapitalismo imponiendo un modelo mixto definido a medida de los legisladores y según acaben las negociaciones entre lobbies y demás grupos de interés, quizás parecido al modelo francés, quien sabe. Y sobre las farmacéuticas, esa corporación tan exquisita compuesta por cooperativas de empresarios de la salud, quizás otro día mas adelante.


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