From Hell (1993 – 1997). Parte IV

Difunde cultura

Capítulo 11. El desafortunado Sr. Druitt.

Un capítulo post-mortem narrativamente hablando, donde vemos como una vez acabado el trabajo por William Gull se comienza a montar la coartada de encontrar una cabeza de turco a la que culpar de los asesinatos sucedidos. Vemos como la francmasonería organiza la subtrama a través de policías adscritos al clan y selecciona al candidato, Montague John Druitt, un abogado inglés, hijo de cirujano que apareció muerto un mes después de los asesinatos.

Otros sospechosos que se consideraron fueron:

  • Montague John Druitt, abogado e hijo de un cirujano que apareció muerto un mes después del asesinato de la última víctima. Joseph Isenschmid, el ‘carnicero loco’. Dos médicos y su mujer declararon contra él pero se descartó cuando murió una víctima mientras él estaba preso.
  • Severin Klosowski, rebautizado por el mismo como Robert Chapman, estuvo en el punto de mira sobre todo porque terminó en la cárcel por asesinar a sus tres mujeres con arsénico, pero su modus operandi no parecía el ‘Jack el Destripador’.
  • Michael Ostrog, el estafador médico ruso. Inteligente, meticuloso pero demasiado mayor ya que en 1888 tenía sesenta años.
  • John Pizer, zapatero judío. Se libró gracias a su coartada en uno de los asesinatos en el que se encontraba con otra gente contemplando un incendio.
  • Francis Tumblety, el principal sospechoso de la época, que después de ser acusado logró escapar y huyó a EEUU. Soctland Yard fue en su búsqueda pero nunca logró atraparle.
  • Aaron Kosminski, al que Edwards señala ahora como autor. La verdad es que poco se sabe de la historia del supuesto asesino. Lo que parece seguro es Kosminski fue un barbero polaco, que huyó de Polonia a Londres en 1881. Como sospechoso de ser ‘Jack el Destripador’, Scotland Yard le vigiló de forma constante, aunque nunca logró reunir pruebas definitivas en su contra. Acabó internado por sus problemas psiquiátricos en 1891 y murió allí mismo 30 años después, mientras la leyenda de sus supuestos actos se agrandaba por todo Londres.

Capítulo 12. Los recelos del Sr. Lees.

El capítulo duodécimo es importante en el desarrollo de la trama puesto que nos da claves para el desenlace de la obra, observamos como la reina acude a Robert Lees el medium que dice poder conectar con los espíritus del mas allá asi como detectar fuerzas malignas, todo un superviviente y un estafador que pondrá el foco de la policía en Sir William Gull, que por otro lado ha despertado una gran conmoción social debido a lo cruel de las muertes de las prostitutas. Es interesante como en este capítulo se consolida la decisión del tribunal de la francmasonería en eliminar a Gull debido a su orgullo, prepotencia y los delirios de ser un iluminado poseedor de la verdad dionisiaca, heredero de las artes del gran arquitecto. Al final del episodio la policía encuentra el cadáver de John Druitt en el Thamesis.

Capítulo 13. Regreso a Cleveland Street.

Página 467, aquí encontramos la clave de Abberline respecto a la trama urdida por la reina y la francmasonería. El inspector al hablar con el tendero de la confitería de la Sra. Morgan ata los cabos sobre el verdadero motivo de los asesinatos, su traslado a Cleveland, todo queda al descubierto, la bisexualidad del príncipe Albert Victor, la hija nacida fruto de la relación secreta con la tendera… Abberline expone los hechos a su superior, el Sr. Robert Anderson, y este lo amenaza con eliminarlo a él y al Sr. Lees si abren la boca. El inspector Abberline visita mas tarde a Lees para exponerle los hechos y advertirle de los riesgos si habla de la trama en público. Todo este capítulo está construido en base a notas y fragmentos encontrados en diversos libros que hacían referencia a testimonios con no demasiada sustentación en la trama, aunque en cualquier caso a tener en cuenta.

Capítulo 14. La ascensión de Gull.

Capítulo interesante para cerrar la trama de la novela, Alan Moore nos presenta a un William Gull en el momento mas bajo y triste de su vida, basado en hechos reales, su muerte ocurre en el psiquiátrico de Islington en 1896, unos 6 años tras la fecha de su fallecimiento oficial en 1890. Moore aprovecha para llegar a la catarsis simbólica de la obra al relacionar el obelisco de Londres con los puntos cardinales de los asesinatos y todas las fuerzas sobrenaturales que intervienen en la misión “divina” de Gull, el cual experimenta, probablemente mientras muere, un viaje astral donde todo confluye en la cuarta dimensión, ese lugar que escapa al tiempo y al espacio, todo está presente, la mitología de los arquitectos francmasones, lo divino en las alturas, la vida terrenal, lo apolíneo y lo dionisiaco, la ilusión de transformación en un ser superior.

Moore aprovecha este episodio para incorporar escenas independientes, sueños premonitorios, como el del escritor Robert Louis Stevenson que se despierta tras haber soñado con lo que sería “El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde”. En cuanto a la muerte del cochero Netley parece ser que ciertamente murió debido a un accidente tras desbocarse uno de los caballos del carruaje que conducía, su cabeza quedó aplastada por las ruedas del carruaje.

Epílogo: Los ancianos en la costa.

Termina Moore con una escena en la que el Inspector Abberline pasea con el vidente y medium Lees en el cementerio de Wimborne pasados los años conversando sobre la época de los asesinatos. Ahora todo ha cesado, la historia acaba con una reflexión sobre la propia existencia en relación a la supervivencia de una época que termina para dar paso a otra generación. Moore se despide con un guiño en el comentario de Lees que dice haber soñado con una guerra que está por venir (la segunda guerra mundial 1939-1945), los sueños se convierten en realidad, aunque a veces ni siquiera nosotros mismos seamos conscientes de ello.

“Quizás lo único que importe es cuanto hay de verdad en el mundo”

Inspector Fred Abberline

–FIN–


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