Yo, tú… números

Difunde cultura

Es una cuestión de orden, clasificación y categorización, ese deseo humano de no dejar nada al azar transformando lo ordinario en elemento necesario para ejercer el poder, es la base del control social. Como las sociedades avanzadas eusociales que persiguen el bien común en su totalidad así organizamos la estructura de las sociedades modernas, si bien el ser humano va más allá haciendo uso del don privilegiado que le proporciona su capacidad de abstracción a través de su cerebro evolucionado y la ciencia matemática. Surgida 20.000 años atrás y perfeccionada hace tan solo unos 2.500 años nos permitió observar y estudiar la naturaleza aprendiendo de ella los conceptos básicos universales. Sin embargo, en el último siglo tras la Ilustración todos los valores parecían haber sido subvertidos como apuntaban certeramente Adorno y Horkheimer en su obra fundamental “Dialéctica de la Ilustración” (1944).

Probablemente sea más necesario que nunca establecer un nuevo paradigma social y una cosmogonía coherente con la evolución del ser humano, arrastramos demasiadas carencias, complejos y limitaciones más propias de épocas pasadas que propias del nuevo hombre posmoderno, ¿O acaso quizás seguimos siendo los mismos humanos primitivos en esencia aunque diferentes en apariencia? ¿Es posible que todavía con algo más de 2.000 años de evolución nos basamos casi por completo en los mismos principios de épocas primitivas?. Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que nos siguen preocupando los tres pilares fundamentales de la vida: los recursos naturales, las fronteras, y la tecnología propia de cada época.

Ya lo planteaba Stanislaw Lem, al igual que Nicola Tesla o Walter Russell, la concepción de un planeta pensante, un planeta cerebro, un todo unitario concebido como ente comunicado a escala global y autoconsciente capaz de reaccionar por sí mismo, al igual que las colonias de insectos ante una amenaza o adversidad. Si el planeta Solaris se defendía de los rayos X enviados por la estación espacial para escudriñar los secretos e indagar en la conciencia planetaria nuestras sociedades se defienden ante otro tipo de adversidades como pandemias haciendo uso de la conciencia colectiva, teorías existentes establecidas por sociólogos como Émile Durkheim y pensadores como Carl Jung o Pierre Teilhard de Chardin que proponía la idea de noosfera, una capa de pensamiento colectivo que envolvía la Tierra como una fase evolutiva superior, un Uno universal único y divino.

¿No somos acaso una especie global?, y por ende nuestro comportamiento es cíclico, basado en patrones y universal (como ha quedado demostrado a través de la historia), ¿acaso no llevamos toda la historia de la humanidad repitiendo conductas violentas para “resolver” los mismos problemas?. Probablemente sea necesario avanzar, evolucionar y adoptar otra conciencia o enfoque vital como especie.

Nicola Tesla
Walter Russell
Stanislaw Lem

No fue hasta hace poco cuando se decidió asignar a cada individuo de la sociedad un identificador único e intransferible, un código alfanumérico abstracto que permitía a los países / estados poseer el control administrativo hasta extremos antes no imaginados. Puesto en marcha en la década de los 30-40 en los EE.UU. y Alemania pronto se convertiría en un sistema universal de identificación personal. Previamente habían existido censos y otro tipo de registros individuales pero la codificación alfanumérica fue un paso de gigante en los sistemas de clasificación, los países ahora podían tener un control total sobre la población y lo más importante, abría las puertas a realizar todos los estudios estadístico probabilísticos imaginables sobre el desarrollo de las sociedades (envejecimiento, demografía, densidad poblacional…) que ahora gracias al desarrollo de la ciencia estadística establecidas por Kolmogórov-Smirnov era posible cuantificar con exactitud. De esta manera también daba comienzo la era de la economía a escala global, posterior al mercantilismo del siglo XVIII – XIX, si bien cada país ahora podía realizar estimaciones económicas partiendo del conocimiento de su censo estadístico poblacional, todo un sinfín de posibilidades matemático económicas orientadas a ir estructurando y definiendo las economías nacionales que permitirían al mismo tiempo la reinversión de recursos en el desarrollo y bienestar social de cada país.

Sin embargo este planteamiento traería otros problemas al mundo posmoderno convirtiendo las sociedades actuales en metáforas de la humanidad deshumanizada, como ya reflejaría el gran G. A. Romero en su trilogía cinematográfica creando la figura contemporánea del zombie postapocalíptico, la criatura-espejo del ser humano deformado y anónimo que alcanza el nivel de lo monstruoso, un reflejo decrépito y moribundo de la esencia humana corrompida por las sociedades modernas. Al igual que en medicina desde la antigüedad ya se fundamentaba la salud como el correcto fluir de las energías naturales y la enfermedad como bloqueos producidos por energías no canalizadas provocadas por situaciones casi siempre circunstanciales o emocionales actualmente observamos en nuestras sociedades la creciente desorientación vital en individuos cada vez más jóvenes, adolescentes gran parte de ellos según las estadísticas de sanitarias. Es un mal endémico, colectivo, cultural y fundamentado en parte por la ausencia de una identidad propia que da paso cada vez a un número mayor de casos de enfermedad mental materializado en fobias, inseguridades, suicidios y ausencia de creencias vitales insustituibles. Los valores actuales han involucionado nuestra mente hasta estadios de vulnerabilidad extremos nunca antes alcanzados como propone el filósofo español José Antonio Marina.

Estamos en el camino de ser reducidos a números sin identidad, ausentes de humanidad, todos partícipes de un modo de vida donde hemos normalizado sucesos atroces como los genocidios, la violencia extrema, o la corrupción como estándares de vida, a un lado quedan los principios de la moral, la ética, el respeto y el sacrificio que promueven el crecimiento de cualquier individuo y por extensión de toda sociedad, estamos en el gobierno del mas cruel, corrupto u oportunista, si bien atrás quedó el ideal de gobierno a través de los más sabios o mejor preparados. El comportamiento social ha sido estudiado como nunca antes en diversos momentos clave de los siglos XIX y XX, auténticos periodos a manera de laboratorios sociales del ser humano. ¿Es necesario recordar experimentos conductuales como los del psicólogo Solomon Asch sobre la conformidad del individuo y la variabilidad de opinión ante la presión social cercana? o la ya conocida teoría de Joseph Goebbels donde proponía que una mentira repetida con la suficiente frecuencia pasaba a convertirse automáticamente en una verdad.

Gotas de cocaína para el dolor de muelas, anuncio de 1885

En la tribu de los Babongo giran alrededor del fuego hasta las altas hora de la madrugada muchas veces afectados por el consumo de ibogaina (sustancia alucinógena extraída de las raíces de la planta Tabernanthe iboga) mientras que los músicos reverencian con sus instrumentos a los antepasados. Al mismo tiempo los DJs modernos proclaman la deshumanización del individuo desde sus cajas de ritmos al son frenético del psytrance.

Las celebraciones denominadas fiestas rave no son sino un concepto evolucionado del ritual de danza tribal primitiva, una propuesta actual cuyo propósito es el establecimiento de la intercomunicación colectiva a la vez que un viaje interior de descubrimiento, surgidas de la mano de la cultura de los años 80, al igual que las danzas de nuestros estimados hermanos tribales las rave también poseen un componente psicoactivo a través del MDMA o éxtasis, que también juega un papel importante en la cultura rave. Cada sociedad, primitiva o moderna, siempre ha estado (y está) intentando traer al consciente lo inconsciente mediante la química, bien ofrecida por la naturaleza o bien sintetizada en laboratorio. Se trata de la constante búsqueda de la identidad personal, tan necesaria como imprescindible para no sucumbir en la desorientación vital posmoderna en la que tantos individuos se encuentran ubicados, es una lucha sin cuartel por no quedar reducido a un código alfanumérico. El ser humano no puede ni debe quedar mutilado como el zombie posmoderno condenado a la búsqueda permanente de alimento para la carne, no es una confrontación de lo físico, sino un conflicto mental individual que debemos afrontar.

Sin duda una necesidad interior proveniente desde los inicios de la humanidad ya teorizada por el filósofo y escritor español Antonio Escohotado en su libro esencial “Historia general de las drogas” (1989). ¿Quizás estamos ante un principio del cambio? ¿El despertar de grupos que no aceptan la realidad propuesta por el modelo de vida vigente (producir-consumir-producir)?.

“Después Moisés y Aarón fueron a ver al faraón, y le dijeron: Así dice el Señor, el Dios de Israel: Deja ir a mi pueblo para que celebre una fiesta en mi honor en el desierto.”


Éxodo 5:1

Quiero acabar comentando como anécdota que los romanos también tenían sus preferencias como el cannabis, el opio y la mandrágora, ¿cuales son las tuyas? El running, la escalada o las chuches al por mayor…

Info

Numbers – Crystal fighters & Creeds (2024)

Babongo – T1 Ep4. TRIBE (2005, BBC)


5,0
5,0 de 5 estrellas (basado en 1 reseña)
Excelente100%
Muy buena0%
Media0%
Mala0%
Muy mala0%

22 de mayo de 2025

No puedo estar mas de acuerdo.

Esa necesidad de salir de nuestro consciente, no será que no nos gusta?.

Maria José