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En La vida eterna, Alberte Momán afronta, por primera vez, la temática vampírica para desarrollar una historia alrededor de una relación tóxica. A mayores, y como segundo foco de atención, durante la narración se desenvuelve la idea de lo que se podría llamar vampirismo social, como expresión ligada al individualismo exacerbado y a la consecución de unos objetivos vinculados al enriquecimiento personal, a costa de extraer de otras personas cualquier muestra de flujo vital. Es posible establecer conexiones con la novela American psycho de Bret Easton Ellis, también como crítica a la evolución de la sociedad occidental contemporánea.

¿La vida eterna es una novela de vampiros? Este libro es tan un texto de vampiros como la vida real ha sido capaz de convertirse en una narración en la que las relaciones personales se han ido decantando hacia el vampirismo social. Es posible afirmar que estamos ante un texto de género vampírico ya que dispone de los elementos necesarios para ello. Pero también podemos tener entre las manos una novela en la que destacan, como tema preferente, las relaciones personales y más concretamente aquellas conocidas como tóxicas.