Nunca cesaremos de buscar y, sin embargo, la meta de todas nuestras búsquedas será retornar al punto de partida y conocer ese lugar por primera vez.
T. S. ELIOT
Denominada comercialmente como “La casta de los metabarones“, estamos ante una obra concebida al más puro estilo clásico de la tragedia griega. Los héroes, aquí representados como una saga familiar de metabarones, una estirpe de guerreros perfectos (dinastía Castaka), irán desafiando pruebas, traiciones, conflictos, y todo un sinfín de aventuras a través del guión creado por el polifacético artista Alejandro Jodorowsky a lo largo de los ocho volúmenes que consta la saga original, que en principio fue concebida como un spin-off de “El incal “.
Y es que estamos sin duda alguna ante una de las obras de referencia del panorama contemporáneo de la ciencia ficción en el género de la novela gráfica que A. Jodorowsky lleva a cabo junto con el grandísimo dibujante argentino Juan Gimenez. No olvidemos que A. Jodorowsky realizó otras obras como “El incal”, que redefinieron el género moderno de la ciencia ficción en el ámbito del comic allá por los años 80, (en aquella ocasión en colaboración con el gran dibujante francés Moebius) y otras no menos importantes fieles a su estilo donde Jodorowsky deja su impronta como guionista de las mismas: “Los tecnopadres“, “Megalex“, “Antes del incal“, “Después del incal“.
Pero, empecemos por el principio, ¿quien es Alejandro Jodorowsky? Quienes lo conocen no cabe la menor duda que son conscientes de la persona y personaje del que estamos hablando, pero para quien no tenga conocimiento de este artista polifacético y multidisciplinar cabe decir que es, o ha sido, entre otras actividades, director de cine, guionista, tarotista, psicomago, productor… y prácticamente todo lo que tenga que ver con producciones literarias y/o audiovisuales donde el surrealismo y la espiritualidad se encuentran para darse la mano y crear mundos, personajes, civilizaciones e historias realmente delirantes. Títulos como “El topo“, Santa Sangre“, “Fando y Lis“, “La montaña sagrada” son algunas de sus películas más conocidas.
De origen chileno Jodorowsky alcanzó su cenit audiovisual al llevar a cabo la preparación de la frustrada producción de Dune en la década de los 70, proyecto que finalmente materializaría el director y también creador polifacético David Lynch, para ello contó con artistas de la talla de Moebius y H. R. Giger, que dejaron la impronta de su estilo en el storyboard y que sin duda Jodorowsky supo aprovechar trasladando parte de este material al ámbito de la novela gráfica obteniendo un rédito importante del trabajo previamente realizado. Como curiosidad decir que en el año 2013 se publicó un documental titulado “Jodorowsky’s Dune” dirigido por Frank Pavich donde se explica el desmadre, perdón, el proyecto al detalle, para los que sientan curiosidad por conocer más a fondo el tema. Jodorowsky también fue co-fundador del movimiento Pánico junto al dramaturgo y cineasta Fernando Arrabal, y el pintor y actor francés, Roland Topor. Dicho movimiento cultural tenía entre sus principios “…la intensa búsqueda por trascender la sociedad aristotélica y dejar un legado que impulse a la humanidad a una nueva perspectiva. El Movimiento Pánico es una expresión artística que pretende anunciar la locura controlada como supervivencia ante una sociedad en crisis de valores (la sociedad posmoderna).”
Es innegable la originalidad del guión de Jodorowsky, impregna toda la obra de una influencia mitológica griega clásica dotando tanto a la trama como a los personajes de un encanto original, sin embargo todo ello se sustenta en lo que bajo mi punto de vista es el soporte fundamental de esta obra, el dibujo, incluyendo todos sus aspectos, es decir, el dominio de la perspectiva, el detalle minucioso, la expresividad de los rostros, la paleta de colores, el estilo de entintado, todo el apartado gráfico de la misma realizado por el grandísimo dibujante Juan Giménez. El propio dibujante comentaba que tardaba aproximadamente unos 5-6 días en completar una sola hoja de la obra debido al gran nivel de detalle de la misma, y a decir verdad, el dibujo es absolutamente impresionante, incluso las portadas de las novelas gráficas donde se nos muestra a los metabarones (cada una de ellas está inspirada en los retratos que realizaba Rembrandt a la realeza) están realizadas con un realismo fascinante. La obra consta de unas 624 páginas aproximadamente así que podemos hacernos una idea de la magnitud del trabajo. Juan Giménez fue un dibujante reconocido internacionalmente y recibió premios tales como el Yellow Kid al mejor dibujante extranjero (1990), el Bulle D’Or en Francia (1994) y el premio al Mejor Dibujante en el Salón del Cómic y la Ilustración de Barcelona (1984).
Por otra parte encontramos en el dibujo de Giménez una portentosa y descomunal habilidad e imaginación a la hora de crear artefactos tecnológicos y biomecánicos (cetacyborgs, suprapiojos), armas de diseño medieval, así como la fascinante estética samurái de algunos de sus pasajes e historias debido a la admiración Giménez por otros autores como Akira Kurosawa. Su formación técnica en diseño industrial (además de cursar Bellas Artes en Barcelona) y su pasión por lo tecnológico han sido fuente de inspiración de diseños increíbles a lo largo de toda esta obra, el universo gráfico es absolutamente fascinante.
Encontramos en esta obra personajes recurrentes (y ya existentes) en la cinematografía de ciencia ficción como Lothar y Tonto realizando el papel de narradores omniscientes al estilo R2D2 y C3PO, que a su vez surgieron de la obra maestra dirigida por Akira Kurosawa “La fortaleza escondida” (1958), o de igual manera las Shabda-Oud, una casta de monjas-putas que sin duda nos recuerdan inevitablemente a las Bene Gesserit y sus poderes telepáticos sobrenaturales. Por no hablar de la epifita, una sustancia capaz de despojar de gravedad cualquier objeto del universo y que, de nuevo, no podemos dejar de ver su paralelismo con la especia de Arrakis. Esta migración de material desde Dune hacia La casta de los metabarones que comentaba al principio del artículo es más que evidente sin que por ello desmerezca en absoluto la obra que sin duda posee una gran originalidad y capacidad de abstraer completamente al lector en la historia de los Castaka.
Las relaciones familiares complejas padre-hijo/a, el sacrificio, los ritos iniciáticos, las mutilaciones, el incesto espiritual, las sexualidades confusas, o la redención a través del sufrimiento físico son algunos de los elementos incluidos en la trama de la obra, que cabalga entre lo sobrenatural, la mitología clásica y las costumbres medievales, todo ello dentro de un universo tecno-feudalista asombroso por lo detallista del mismo en el aspecto gráfico y por la trama, que al punto de acabar un desarrollo argumental de repente abre otros nuevos caminos descubriéndonos nuevas historias a la vez que avanzamos en el hilo principal, la historia de los sucesivos metabarones hasta llegar a “Sin nombre “, el octavo metabarón.
Sin duda una obra grande, muy grande, a la altura de las mejores colecciones y que ante todo suponen un salto evolutivo en el género de la ciencia ficción clásica, atrás quedan sagas como Flash Gordon o El eternauta (años 50) entre otras, que siendo grandes obras no poseen la profundidad metafísica que Jodorowsky imprime a los caracteres y a las historias narradas desde una nueva complejidad y profundidad comparable a cualquier obra clásica de la literatura (Romeo y Julieta, Hamlet…). Recomiendo sin dudarlo esta obra a todos aquellos amantes de la SciFi que quieran disfrutar de la SciFi renovada por dos maestros de la imaginación como son Alejandro Jodorowsky y Juan Gimenez. Larga vida al metabarón.
Títulos de la saga original de La casta de los Metabarones (1998-2003):
1- Othon, el tatarabuelo
2- Honorata, la tatarabuela
3- Aghnar, el bisabuelo
4- Oda, la bisabuela
5- Cabeza de Hierro, el abuelo
6- Doña Vicenta Gabriela de Rokha, la abuela
7- Agora, el padre-madre
8- Sin Nombre, el último Metabarón
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